18 jul 2013

Strangers.

— Made… — Está bien… al parecer no obtuvo ningún rasguño, que alivio. No puedo evitar mirar hacia todos lados, tan solo buscando un rastro de ella.
— Ella se fue — Murmura herida sin siquiera mirarme, su semblante había cambiado, sus ojos transmitían tristeza.

— ¿De qué hablas?

— Dante, no soy tonta, puedo darme cuenta que estabas buscando a Camille — Manteniéndose cortante y triste.
— ¿Entonces Camille estaba contigo? 
— Sí, sólo recibió un par de golpes no muy graves y luego se marchó. No quiso esperar a nadie. — Su mirada seguía concentrada en el suelo, y su voz se oía cada vez más quebrada. — Puedes ir a buscarla si quieres, no debe estar muy lejos.
— ¿Qué tonterías estás diciendo Madeleine? 
— No son tonterías, ambos sabemos que eres capaz de dejar todo por evitar que algo le suceda… incluso a mí. — Me miró muy rápidamente y volvió a mirar al suelo, pero pude notar que sus ojos estaban húmedos.
— Madeleine… yo… —No sabía que decir, mi mente estaba hecha añicos, confundido hasta la última hebra de mi ser.
— Sólo vete… Dante, quiero estar sola. 



No lo entiendo, no puedo ser objetivo con Madeleine y la verdad no logro descifrar si está molesta o deprimida ¿Qué acaso no ve que estoy aquí con ella? Pero… la verdad, si Made no estuviera tan deprimida, quizás habría ido en busca de Camille. Y desde afuera de la sala, la veo ahí sentada, con sus rodillas contra su cara y sus brazos rodeando sus piernas ¿Qué estará pensando? Pero sea lo que sea, es sobre mí.



— Levanta la mirada lentamente— Dante… — su voz sonaba más quebrada que antes y sus ojos estaban hinchados.

— Dime… ¿estaba bien? — No podía mirarla, a pesar de que sabía que no podría leerme con a un libro, es como si ambos nos bloqueáramos ante nuestras debilidades. Miré hacia un lado.
— ¿Volviste sólo a eso? Sí, sólo necesitó un par de puntadas en la frente y luego se fue — su voz sonaba molesta, al escuchar su respuesta mi expresión pasó de una preocupada a una notoriamente calmada, y de seguro Madeleine lo notó. — ¿Por qué no vas por ella? Yo me iré a casa… no te preocupes. — Y me dio una sonrisa.
— De ninguna manera, me dijiste que estaba bien, ¿no? Ella no me necesita, me quedaré contigo. — Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente y su sonrisa se hizo amplia y honesta para así abalanzarse sobre mí — Vámonos a casa.

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